
Este establecimiento es de esos que son conocidos y frecuentados por clientes habituales, ambiente tipo Cheers, pero en cañí. Es el típico sitio donde te sientes a gusto.
Y eso que no cuenta con un espacio amplio, ni con unas instalaciones bonitas, ni con una terraza preciosa con plantas y vaporizadores de agua que refresquen el ambiente, ni con unos aperitivos de alta cocina....
Pero tiene lo que buscamos los clientes: un lugar agradable y de confianza, de esos donde te preguntan: ¿lo de siempre, chicos? Donde aunque los aperitivos no sean de jamón ibérico, son generosos en cantidad y en intención y cuidan las bebidas. Donde si te gusta el champiñón a ajillo que hace la dueña y ese día lo ha cocinado, te lo ofrecen según te sientas a la mesa. Donde el camarero y dueño a su vez, se ocupa de que la gente esté contenta, sin alharacas ni confianzas excesivas; con esa forma de hacer las cosas donde te encuentras como en casa, no de visita. Por si estáis en Madrid y lo queréis visitar: El Alcázar - Pº de las Acacias, 11 - Madrid... y pedid los champiñones, están riquísimos ;)
Y, además, cuenta con una competencia que no hace lo que debe: competir. En la misma calle, en aproximadamente 30 metros alrededor, hay otros 3 establecimientos que se dedican a lo mismo. Bueno, a lo mismo no, estos se dedican a perder clientes, no a conservarlos.

Otro de ellos, en la misma acera pero un poco más retirado que el anterior, es de apertura reciente y de más reciente fracaso, tras haber invertido un buen dinero en una reforma. En este caso, no aciertan ni con el menú, ni con los aperitivos, ni con el servicio (desagradable, en el mejor de los casos; pésimo si somos realistas), ni con nada. Resultado: clientela poca y en descenso.

