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miércoles, 2 de febrero de 2022

Cómo Hacer Frente al Mobbing

El mobbing o acoso laboral es algo que un porcentaje de los trabajadores ha experimentado o sufrirá en algún momento a lo largo de su vida profesional. Esa cantidad de trabajadores acosados se estima que es un 8%, lo que no es una cifra desdeñable.

 

Reconozco que yo lo he sufrido cuando era (mucho) más joven, y fue sumamente desagradable. Que desdeñen tu experiencia y formación y antepongan a otra persona menos capaz, por miedo a que le quites el puesto a tu superior es algo muy injusto. Eso unido al desprecio, a los pequeños detalles humillantes y a la intención manifiesta de incomodarte día tras día, crea una situación realmente insostenible para cualquiera. Evidentemente, con la madurez, el conocimiento y la preparación de la que dispongo ahora, no habría consentido ese mobbing.

 

Si crees que tú o alguien de tu entorno estáis experimentando algo así, sigue leyendo y encontrarás información acerca de qué es el mobbing o acoso laboral, cómo enfrentarlo y qué esperar cuando se denuncia.


Cómo hacer frente al mobbing


Qué es

 

No sólo es una situación desagradable o injusta para quien la padece, además es ilegal, por muy frecuente que sea.

 

Se trata de acciones (incluso de omisiones) y que tienen como finalidad hostigar, acosar, molestar, intimidar, humillar, amenazar o incluso agredir de forma continuada y sistemática a quien sufre mobbing. Es necesario que no se trate de un caso aislado para ser considerado acoso laboral.

 

Puede traducirse en palabras hostiles, gestos humillantes, comportamientos desagradables, tonos de voz inapropiados o incluso agresiones físicas. En todo caso, el acoso no suele dejar rastro, porque las acciones tienden a ser sutiles.

 

La OIT (Organización Internacional del Trabajo) ha llegado a determinar que es una forma de vulneración de los Derechos Humanos.

 

Puede constituir un delito regulado por el Código Penal en su artículo 173.

 

Se considera un riesgo para la salud.

 

Quién lo ejerce sobre el trabajador

 

Puede provenir de superiores jerárquicos (descendente), pero también de iguales en rango (horizontal) e incluso de subordinados (ascendente). 

 

En el caso del acoso horizontal y ascendente, la finalidad es que el acosado abandone su puesto para que éste sea ocupado por el acosador, para evitar que se compare el rendimiento de trabajo entre iguales o para deshacerse de un supervisor estricto o molesto. 

 

Si hablamos de mobbing descendente, la finalidad del acoso por parte del empresario o del superior es que el empleado se vaya por su propia voluntad o que el estrés le lleve a cometer un error que justifique el despido, evitándose el pago de una indemnización. También puede ocurrir que el superior quiera eliminar a una posible amenaza para su puesto de trabajo.


Hombre sentado en su mesa tapándose la cara con las manos



Qué consecuencias tiene

 

Atenta contra la autoestima de la persona.

 

El trabajador llega a sentirse culpable por el acoso.

 

El rendimiento del trabajador se ve mermado.

 

Suelen provocar daños psicológicos o incluso enfermedades físicas.

 

Puede conducir a la incapacidad permanente por el deterioro de la salud física y mental.

 

Implica que se tengan que pedir bajas laborales frecuentes.

 

En los casos más graves puede conducir al suicidio.

 

Cómo actuar

 

Comienza a recabar pruebas desde el mismo inicio del acoso.

 

Recopila toda la información posible que apoye tu caso: correos electrónicos, documentos, mensajes de WhatsApp, actas de reuniones, mensajes de voz, fotografías, testimonios de testigos... 

 

Guarda especialmente los documentos que incluyan amenazas, comentarios negativos constantes y no justificados, encomienda de tareas degradantes o humillantes, sobrecarga de trabajo injustificada y premeditada, correos que nunca reciben respuesta, la no inclusión en las listas de distribución de mensajes del departamento que indiquen claramente que se le está ninguneando...

 

En ciertos casos se han aceptado grabaciones como pruebas de acoso, incluso aunque se hayan conseguido sin autorización del interlocutor o de los participantes. Eso sí, ten en cuenta que puede que no se admita en tu caso particular.

 

Obtén informes médicos que acrediten que estás sufriendo las consecuencias físicas y psicológicas del acoso.

 

Pero ten claro que no todas las pruebas que hayas recopilado podrán ser presentadas en caso de que recurras a la vía legal, porque puede que no sea admisible ante un tribunal. En cualquier caso, sí es una forma de probar tu caso si optas por otro camino. En cualquier caso, tú guarda todas las pruebas por si acaso.

 

En muchos casos las bajas laborales encadenadas y alguna otra prueba añadida pueden ser suficientes para que los abogados puedan negociar una solución con la empresa. 

 

Se debe denunciar el hecho por escrito ante la empresa, con acuse de recibo por parte de un representante (imprescindible). 

 

No tienes que informar a la empresa de que has recopilado información, de hecho, en ciertos casos el factor sorpresa puede beneficiarte en caso de que lleguéis a juicio.    

 

Puedes ponerlo en conocimiento de tu representarte sindical o al Comité de Seguridad y Salud de tu empresa. No es obligatorio, pero es un buen primer paso. 

 

En algunos casos los convenios colectivos tienen protocolos de actuación en estos casos y que se ponen en marcha cuando se comunican. 

 

Se debe acudir al médico para tratar los problemas psicológicos y físicos.  

 

Si el tema no se soluciona de forma amistosa y limpia (o incluso entonces), te aconsejo que busques un buen abogado que te asesore.

 

Ten en cuenta que en muchos casos es mejor perder el trabajo que la salud.

 

Fichas de colores, con una de ella aislada bajo una campana de cristal

 

A quién y cómo denunciar


Denuncia a la empresa

 

A la empresa la puedes denunciar por las siguientes vías:

 

  • Vía administrativa (Inspección de trabajo).
 
  • Juzgado de lo social (demanda): cuando el acoso haya producido una enfermedad laboral o que le haya incapacitado para trabajar. 
 
  • Vía penal, en caso de que la empresa esté informada del caso de mobbing, pero no haya tomado medidas.
 
  • Vía contencioso-administrativa: cuando el acosado es un funcionario y el acosador es un superior o un compañero.

 

El empresario es el principal responsable, por lo que tiene que actuar ante la situación, si no lo hace se considerará que hay incumplido de forma grave sus obligaciones.

 

La empresa puede ser sancionada incluso si no se han probado los hechos, pero no ha realizado una evaluación de los riesgos psicosociales de sus trabajadores. 

 

Ten presente que puedes solicitar a la empresa la extinción de tu contrato laboral por mobbing, exigiendo una indemnización, por supuesto. Al fin y al cabo, este caso podría asimilarse a las mismas compensaciones que en un despido improcedente.

 

Al acosador

 

A la persona directamente responsable del acoso puedes denunciarla por dos vías:


  • Vía civil

  • Vía penal, en caso de amenazas, humillaciones o agresiones graves.

 

A ambos

 

Podrás denunciar tanto a la persona que te acosa como al empresario amparándote en la Ley Reguladora de la Jurisdicción Social


Qué puedes esperar

 

Si se demuestra el mobbing, se puede llegar a la extinción del contrato por despido improcedente y que el afectado obtenga una indemnización por los daños y perjuicios ocasionados, además de la correspondiente al despido.

 

Y, en cualquier caso, puedes llegar a soluciones de compromiso entre ambas partes si negocias con la empresa (y ésta tiene voluntad de hacerlo, claro).

 

Espero que esta información te sea útil, aunque preferiría que nunca te haga falta recurrir a ella.




 

Información de interés:

Estatuto de los Trabajadores



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La primera vez que apareció el post Cómo Hacer Frente al Mobbing fue en el blog de Todos Somos Clientes.


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miércoles, 14 de abril de 2021

Qué Riesgos Corres Si Facilitas Demasiada Información en Internet

A la mayoría de nosotros nos molesta que otros curioseen en nuestra vida privada. Nos quejamos de que nuestros padres (o nuestros hijos) quieran controlarnos. Odiamos que nuestros compañeros/cuñados quieran fiscalizar hasta la más pequeña decisión que tomamos. Nos fastidian los vecinos a los que les gusta más una mirilla o una ventana que una serie de Netflix. 

 

Nos encanta mantener a salvo nuestra privacidad y nuestra intimidad. Pero... ¿por qué entonces compartimos todo tipo de información, incluso la más delicada, en Internet? Porque lo hacemos (casi) todos.

 

Y esa forma despreocupada de facilitar información a diestro y siniestro no sólo pone en riesgo nuestra privacidad y nuestra intimidad (esa que no quieres compartir off line bajo ningún concepto), también pone en peligro tu dinero y tu seguridad personal. 

 

Si quieres saber más acerca de las consecuencias de compartir demasiada información en Internet, te invito a que continúes leyendo. 


Qué riesgos corres si facilitas demasiada información en Internet


Qué consecuencias puede tener el hecho de compartir demasiada información


Tu información personal es muy valiosa para las empresas, puesto que la van a utilizar para venderte más y mejor. Con ella son capaces de elaborar perfiles sumamente certeros: edad, género, poder adquisitivo, ubicación geográfica, hábitos de compra, gustos personales... Y eso no tiene nada que ver con lo que suelen alegar (mejorar la experiencia de compra, presentar productos más interesantes...), sino de venderte la moto.

 

Los expertos en ingeniería social utilizan esa información para manipular a los incautos usuarios. Cada dato, cada perfil que se sigue, cada like, cada comentario, todo ello ayuda a perfilar al usuario... y a dirigirle hacia donde les interesa.

 

Tus datos también son de lo más útiles para los ciberdelincuentes. Los utilizan para fines tan peligrosos para ti y tu seguridad como:


  • Robo de tu dinero o de tu casa.
  • Pueden acceder a tu cuenta corriente, usar o pedir en tu nombre tarjetas, solicitar créditos...
  • Usurpación de identidad.
  • Pueden reconstruir tu identidad juntando las piezas que poco a poco vas dejando en línea.
  • Acoso.
  • Extorsión.
  • Ataques y secuestros.


Cibercriminal semiescondido detrás de una máscara

 

Información que no deberías compartir, salvo cuando sea estrictamente necesario


Evita compartir el número de tu DNI, pasaporte o NIE cuando no sea absolutamente necesario. Y en la mayor parte de los casos no lo es. Por sí mismo tu identificación informa de tu nombre, de tus apellidos, de tu edad, de tu domicilio... ¿te imaginas la cantidad de cosas (malas) que se pueden hacer con esos datos? Y si además le sumas otra información que hayas proporcionado empeora, créeme.

 

Tampoco se debe compartir el número de la Seguridad Social o de la sociedad médica con la que trabajes. Esta información se puede usar para cometer todo tipo de delitos, también para hacerse pasar por ti y aprovecharse de tus coberturas.

 

No facilites tu teléfono a cualquiera. Ni el fijo, ni el móvil. Ambos datos pueden usarse de tal modo que te perjudiquen. En el mejor de los casos a quien se lo facilites puede usarlo para venderte sus productos cuando lo desee, o incluso puede cedérselo a otros (muchos) para que hagan lo mismo. ¿O no te has preguntado por qué te llaman tantos teleoperadores para darte la tabarra a cualquiera hora? También puede emplear el teléfono fijo para comprobar si estás en casa. O para completar tu perfil si quieren suplantar la identidad. O para acosarte.

 

Si tienes que proporcionar tu número de teléfono con frecuencia cuando haces compras on-line o cuando trabajas con ciertos servicios, puedes usar dos números. Procura que el móvil que uses para este fin no tenga la geolocalización activada, incluso que no tenga ni Internet. 

 

Tampoco des sin ton ni son tu dirección de correo electrónico en sitios web o aplicaciones poco fiables. Mi consejo es que para esos casos te crees una dirección de email gratuita para ellos. Así evitarás spam, correos maliciosos y otros ataques en tus cuentas principales. Es fundamental que manejes esta cuenta secundaria con mucho cuidado, que no abras correos extraños, que no sigas enlaces sospechosos, que revises cuidadosamente cada correo que te llegue, que seas paranoico por definición con todo lo que te llegue... Ni te imaginas lo útil que es este truco.

 

Aunque es obvio, es importante recordar que no se deben proporcionar números de cuenta corriente o de tarjetas de crédito en lugares no seguros. Esto es aplicable a las páginas web no seguras, a las aplicaciones que no deban tener esos datos y que sean potencialmente peligrosas, a cuentas de mensajería instantánea no verificadas, en redes sociales, etc. Esa información puede llevar a los delincuentes a hacerse fácilmente con tu dinero. Ojo con ello.

 

Documentos confidenciales

 

También hay otro tipo de información que no parece tan delicada a primera vista, pero que sí que lo es cómo datos de tu vehículo (matricula, modelo, año de fabricación...), pólizas de seguros, etc.

 

Evita compartir sin necesidad información laboral. Es muy útil para personas que quieran suplantar tu identidad, para estafarte si estás buscando empleo, etc.

 

No facilites tu ubicación si no es necesario. Nadie tiene porqué saber dónde estás en cada momento. Las empresas lo pueden usar para conocer tus hábitos de vida y consumo para utilizarlos en su beneficio. Los criminales los emplearán para saber cuándo no estás en casa y poder hacer de las suyas O para acosarte o atacarte, porque saben dónde y cuándo hacerlo.


Hay información que se solicita (redes sociales, apps, retos virales...) o que se comparte de forma voluntaria que puede parecer inofensiva y no lo es en absoluto. Un ejemplo: el nombre de tu mascota o la ciudad en la que naciste suelen ser la respuesta a preguntas de seguridad de muchos servicios en línea. 

 

El nombre de tus hijos o de tu pareja pueden informar de tus contraseñas o incluso servir a los delincuentes que se dedican a los falsos secuestros virtuales. Sí, esos en los que te llaman a casa y te dicen que tienen a tu hijo, dándote su nombre y apellidos.

 

Hombre delante de una pantalla del ordenador


También hay otros datos que se pueden utilizar para averiguar las contraseñas de muchas personas: equipo de fútbol, vehículo (modelo o matrícula), escuela o universidad en la que se ha estudiado, libros que te han marcado, comida o bebida favorita, etc.

 

Las fotos pueden ponerte en riesgo a ti y a las personas que aparezcan en ellas. Pueden usarse para usurpar tu identidad, entre otras cosas. También pueden emplearse para rastrear dónde y con quiénes estás, qué haces, qué lugares suelen visitar, etc. Y estoy hablando únicamente de fotos inofensivas. 

 

Si ya se trata de fotos más comprometidas, los malos puede usarlas para acosarte o extorsionarte. Y los buenos, los reclutadores, pueden ver en esas fotos delicadas la razón perfecta para sacarte ipso facto de un proceso de selección. 

 

Y mucho ojo con las fotos de tus hijos, sobrinos, nietos o de otros niños, porque los pederastas y pedófilos pueden usarlas para traficar con ellas. O peor todavía, para localizarles en persona. Las fotos llevan metadatos, con lo que se puede obtener mucha información, incluso dónde y cuándo se ha tomado. Si a eso se le añaden otros datos como el nombre del niño, es una forma de ponérselo más fácil a esos depravados si se quieren acercar al pequeño para ganarse su confianza.

 

La información controvertida de sesgo político o religioso, la de tipo sexual o cualquiera potencialmente delicada, puede ponértelo difícil con tus futuros empleadores.

 

Por favor, antes de compartir información en Internet, valora si es realmente necesario y las consecuencias que puede tener para ti.

 


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