En las próximas semanas se irán celebrando comidas y cenas de empresa tienen un denominador común: nos suelen poner (mucho) más nerviosos que la cena de Nochebuena con la familia política. Nunca estamos seguros de si estamos haciendo lo correcto o de si ni siquiera deberíamos estar allí. Arenas movedizas navideñas...
Para ayudarte a encarar estos eventos con acierto y no tener que arrepentirte al día siguiente, aquí tienes algunos consejos que te serán útiles:
En general
Ante la duda de si ir o no ir a la cena de Navidad de la empresa, te echo una mano con la respuesta: ni te lo pienses, asiste. Las ausencias en este tipo de eventos suelen ser mal vistas, tanto por los jefes como por el resto de compañeros. Siempre se acaba dando la sensación de que la empresa y los colegas de trabajo no son los suficientemente buenos para el que decide no acudir. Las únicas excusas válidas son los problemas económicos (si no paga la empresa) y los asuntos familiares graves.
Otra pregunta habitual es: ¿con pareja o sin pareja? La respuesta es sencilla: si la empresa anima a ir con pareja, hazlo (si la tienes, claro); en caso contrario, es mejor que te espere en casa. Como consejo general, te diré que es más apropiado acudir sólo, porque es un momento para confraternizar con los compañeros, no para estar pendiente de tu cónyuge. Además, las parejas suelen sentirse bastante violentas en este tipo de situaciones.
Sé puntual. Ya sé que esto es difícil cuando no quieres ser el primero y encontrarte con compañeros con los que no tienes mucho trato, o peor aún, con los jefes. Pero para eso son las cenas de empresa, para conocerse un poco mejor. Quién sabe, igual ese chaval de administración que parece tan soso cuando le llevas las facturas, es todo un crack contando anécdotas y chistes.
Y no seas el último en irte. Aunque tengas que madrugar al día siguiente o estés muy cansado, si vas a la cena de la empresa, la máxima es aguantar hasta los postres. A partir de ahí, si lo ves oportuno, puedes marcharte, siempre con una disculpa (que no una justificación) por delante. De hecho, si te vas a marchar temprano, no estaría de más que se lo comunicases al organizador o a tus compañeros más cercanos; así mitigarás (al menos un poco) el pequeño revuelo que se organizará cuando alguien abandona la reunión temprano.
Cómo vestirse
Si es la primera vez que acudes a una cena de Navidad de la empresa, consulta el código de vestuario para que te orienten acerca de lo que se espera de ti.
Algo que te servirá de referencia a falta de otra pista, es el lugar donde se vaya a celebrar el evento. El tipo de restaurante te dará una idea de cómo se requiere que vayas vestido. No es lo mismo un asador en un polígono industrial que un restaurante de lujo en la mejor zona de al ciudad, ni se requiere el mismo tipo de indumentaria; ambos son muy respetables, pero cada uno tiene un ambiente.
Ante la duda, la mejor opción es un término medio, ni muy formal ni demasiado casual.
La regla que tienes que tener siempre presente es la comodidad, por muy formal que sea el outfit, no sólo por tu propio confort, sino porque es la clave de la elegancia. Quien se pone un traje (o unos tacones) sólo para las ocasiones especiales, se le nota, y mucho.
Para los hombres: es más adecuado ponerse unos pantalones y una camisa, bien escogidos y bien planchados, antes que un traje de hace un par de décadas y que sentaba mal ya cuando se compró. La peor opción: ir vestido de boda.
Y para las mujeres: ojo con los escotes excesivos, las minifaldas imposibles, los brilli-brillis y los complementos que hacen parecer un árbol de Navidad. Aunque nadie debería juzgarnos jamás por nuestro vestuario, lo cierto es que se hace; así que es mejor evitar que nos cuelguen etiquetas que luego pueden ser perjudiciales en nuestro trabajo.
Mesura y buen gusto, esa es la clave en estos casos.
La hora de la comida
Cuida tus modales en la mesa. Eso significa lo más básico: no poner los codos en la mesa mientras se come, ponerse la servilleta en el regazo al comenzar a comer, limpiarse los labios al comer y beber, etc. Puedes saber más acerca de cómo comportarse en la mesa en la primera, segunda y tercera parte de este artículo, y en éste otro que trata sobre el lenguaje de los cubiertos en la mesa.
Lo mismo ocurre con la comida: que no parezca que llevas varios días sin comer para aprovechar la situación. Come con ganas y de todo, pero sin parecen ansioso, incluso aunque inviten los jefes y el restaurante sea de postín. Eso implica no repetir de ningún plato, por cierto.
Por cierto, hablando de mesa y de comida, no coloques el móvil encima de la mesa como si fuese un cubierto más. Estás allí para divertirte, no para consultar si te han enviado un WhatsApp a cada minuto o para charlar con tus amiguetes mientras cenas.
Mi consejo es que tomes un tentempié ligero antes de acudir a la cena, así no tendrás mucha hambre y podrás beberte una copa al llegar, sin miedo a que te siente mal.
Y de la bebida...
Ten cuidado con el alcohol, porque puede ser tu pasaporte al desastre total. Piensa que un exceso de copas te desinhibirá, justo lo que no quieres en una cena de empresa. Además, ten en cuenta que la incomodidad por estar en una situación así puede llevarte a consumir una copa detrás de otra, incluso antes de que sirvan la cena; simplemente por no saber qué hacer. Procura alternar las bebidas con y sin alcohol, para no sucumbir. Por cierto, si te dedicas a charlar, te será más difícil beber (y comer) de más.
El comportamiento
Para acertar, ten en cuenta este sencillo refrán: donde fueres, haz lo que vieres. Con este consejo nunca se está fuera de lugar. Si tienes alguna duda, fíjate en cómo se comportan los demás y actúa en consecuencia, siempre desde el sentido común y tu propia personalidad, claro.
Procura sentirte cómodo, al fin y al cabo estás con tus compañeros de trabajo y no deberías sentirte fuera de lugar. Pero, y siempre hay un pero, esa comodidad no debería ser la antesala de la confianza excesiva, porque es algo que suele llevar a bajar la guardia... y a meter la pata.
Sé amigable y procura no reforzar los roces y desencuentros en esta ocasión. Si sabes llevar estas situaciones con delicadeza, es fácil que esos rencores acaben diluyéndose con una conversación amable y con buenas intenciones.
Intenta conseguir un punto medio entre ser sociable y ser el centro de atención de la reunión. Es difícil, pero se puede conseguir con algo de práctica.
Charla con todo el mundo, no te limites a los más cercanos. Este tipo de eventos son para que todos los empleados se conozcan y estreches lazos. Aprovecha para ponerles cara a esas personas de la empresa a las que sólo conoces por teléfono.
Pero, cuidado, no seas excesivamente obsequioso con los jefes, porque puedes acabar con fama de pelota... y ese es un sambenito más difícil de quitar que una mancha de grasa de motor.
De qué hablar
Evita los temas delicados: política, religión, sexo, fútbol y dinero. Por mucha confianza que tengas con tus compañeros, no son temas para hablar en público, mucho menos si hay otras personas menos cercanas delante. Créeme, siempre sale mal.
Tampoco se deberían tratar temas de trabajo, sobre todo los que son específicos de tu departamento. Primero, porque una cena de Navidad no es el momento apropiado para ello y, segundo, porque es fácil sacar un tema que las personas de otro departamento no deberían conocer por prudencia. Diversión, sí, pero con discreción.
Y ni que decir tiene: no es el momento para pedir un aumento de sueldo o quejarse ante el jefe... por motivos obvios. Otra cosa es que en un ambiente distendido te pongas medallas (mejor si esas medallas se han conseguido en equipo) de una forma delicada o que hables bien de tus compañeros, nada más.
Eso del flirteo...
Otro asunto con el que hay que tener cuidado es con el asunto de la confraternización excesiva. Una cena de empresa no es el momento ideal para seducir a la secretaria del presidente de la compañía o al nuevo comercial que han fichado en el departamento de ventas.
No sólo porque no es buena idea eso de buscar pareja en el trabajo, sino porque te expones a ser la comidilla de toda la empresa, tanto si tienes éxito en tu pesca como si te dan calabazas.
Todavía recuerdo con estupor las cenas de una empresa en la que trabajé hace (muchos) años, en las que el director de recursos humanos y su segunda de a bordo (no eran pareja, cada uno estaba casado por su cuenta) aprovechaban el baile de Navidad para darse un magreo monumental delante de todos los empleados... todos los años. Ni que decir tiene que su credibilidad bajaba enteros cada año que se perpetuaba su particular tradición.
Las fotos
Algo con lo que también deberías tener ciertas precauciones en con las fotos que hagas con el móvil. Pide permiso a todas las personas que salgan en la foto antes de subirlas a tus redes sociales, sobre todo si alguna de ellas puede poner en un aprieto a alguien.
También deberías utilizar las opciones de privacidad en las redes sociales para que no puedan etiquetarte otros en las fotos, por tu propia seguridad.
Si haces algo inconveniente
Si has metido la pata esa noche, por algo que has dicho o por cómo te has comportado, al dia siguiente pide disculpas a los afectados con toda la humildad y naturalidad posibles. También puedes acompañar la disculpa con un detalle: unos dulces o una invitación a tomar café, por ejemplo.
Agradecimientos
Agradece su labor a los organizadores, ya sean jefes o compañeros. Piensa que reservar un lugar, pactar un menú con el restaurante, poner a todo el mundo de acuerdo, enviar las invitaciones, confirmar las asistencias y procurar que todo marche como la seda es una tarea que lleva tiempo, esfuerzo y muchos nervios. Así que, al menos, da las gracias a quien se ha tomado esa molestia.
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