Aunque pueda parecer una actitud paranoica, es muy recomendable no decir nunca sí cuando nos llamen por teléfono para vendernos cualquier tipo de producto. Hay muchas empresas que emplean la venta telefónica de manera responsable y profesional y otras que no; este post tiene su razón de ser en las segundas.
Si la conversación es suficientemente larga y nos preguntan con habilidad, es fácil que digamos sí varias veces como respuesta al teleoperador. Como en la mayor parte de las ocasiones las conversaciones son grabadas, luego sólo es necesario recortar y pegar las partes de la conversación que interesan a la empresa para probar una aceptación de contrato o de condiciones que jamás hemos aceptado voluntariamente.
Luego, si reclamamos porque nos han endosado un servicio que no queríamos, sólo tienen que presentarnos la creativa grabación con nuestra aceptación en el lugar oportuno. Y, como reclamar o denunciar siempre nos cuesta tanto trabajo o dinero, en muchas ocasiones aceptamos el fraude en silencio.
Sustituir los síes con efectivamente, afirmativo, correcto, ajá o un ummm, es suficiente y, en caso de duda sobre la honestidad de la llamada, lo mejor es contestar con otra pregunta o finalizar la conversación educadamente.
Y, por supuesto, hay que desconfiar cuando nos llaman por teléfono para vendernos productos o servicios y se da alguna de estas circunstancias: nos piden demasiados datos sean oportunos o no, nos hacen muchas preguntas que tienen su respuesta natural con una respuesta afirmativa, no se identifican correctamente (nombre de empresa, de teleoperador, etc.), no nos explican con claridad qué nos quieren vender y sus condiciones de contratación y, por descontado, si nos piden nuestro número de cuenta con insistencia.
Y, por supuesto, hay que desconfiar cuando nos llaman por teléfono para vendernos productos o servicios y se da alguna de estas circunstancias: nos piden demasiados datos sean oportunos o no, nos hacen muchas preguntas que tienen su respuesta natural con una respuesta afirmativa, no se identifican correctamente (nombre de empresa, de teleoperador, etc.), no nos explican con claridad qué nos quieren vender y sus condiciones de contratación y, por descontado, si nos piden nuestro número de cuenta con insistencia.
Y si alguien pudiese pensar que ésto es una leyenda urbana, mejor paranoico que estafado...
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