Es habitual ver en cualquier establecimiento a clientes que, según les entregan el ticket de compra, tiran el comprobante en la primera papelera que encuentran o lo dejan encima de la misma caja. Descuido común, pero descuido al fin y al cabo.
Cualquier factura o comprobante de compra es imprescindible bien para reclamar en caso necesario, bien para hacer valer una garantía.
Los tickets de productos perecederos es conveniente guardarlos hasta que consumamos el producto. En algunos casos, porque al llegar a casa y abrir el artículo comprobamos que se encuentra en mal estado y es necesario devolverlo y, en otros, porque al consumir el alimento nos causa algún tipo de problema (por ejemplo un producto lácteo mal conservado que nos causa molestias gastrointestinales), esto será la única manera de pedir responsabilidades al establecimiento.
En el caso de los productos no perecederos a la hora de hacer valer su garantía será necesario presentar el ticket de compra o factura, por lo que habrá que conservarlos durante 2 años para los artículos nuevos y de 1 año para los de segunda mano.
Por otra parte, guardar tickets y facturas nos puede orientar acerca de los precios de los productos que compramos habitualmente y darnos una idea de sus variaciones de precio a lo largo del tiempo; también nos permite llevar, si lo deseamos, un control más exhaustivo de nuestros gastos.
¡Ah! Y una recomendación: guárdalos de forma ordenada y en un lugar accesible, para poderlos localizar en caso de necesidad...
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