Como te prometí, en esta segunda parte te hablaré de algunos de los gestos inadecuados relacionados con tu cuerpo, movimientos y postura.
Son estos...
Los que tienen que ver con el cuerpo
Excesiva transpiración en las manos
Las manos sudorosas suelen inspirar rechazo, no sólo porque su tacto es desagradable, también porque suelen dar la impresión de nerviosismo y descontrol.
Si la transpiración no es demasiada, el truco está en llevar un pañuelo siempre en el bolso y secarse las manos antes de estrecharlas o utilizar un producto antitranspirante. Si es mucha, lo mejor es consultar con un especialista.
Dar la mano con demasiada fuerza o de forma muy lánguida
Si se estrecha la mano con mucha fuerza, se dará la impresión de ser dominante, agresivo y hostil. Si se da la mano de forma muy blanda, se transmitirá una sensación de poca energía y personalidad, incluso de falta de interés hacia la persona que se saluda.
Si quieres saber más acerca del arte de estrechar la mano, te sugiero que leas este artículo sobre el tema, tanto en su primera parte como en la segunda.
No mostrar las manos
Se transmite la sensación de tener algo que ocultar, de miedo o de nerviosismo.
Por no hablar de que suele estar asociado con la mala educación. Por ejemplo, es bien sabido que una falta de educación hablar con otra persona si mantenemos las manos en los bolsillos o no poner las manos sobre la mesa mientras comemos.
Señalar con el dedo
Señalar con el dedo: una mala política |
Gesticular en exceso con las manos o no hacerlo en absoluto
Cuando se gesticula mucho con las manos, se suele dar la imagen de nerviosismo, incluso de agresividad.
Si se mueven poco las manos al hablar, el mensaje que se transmite suele ser menos creíble. Al gesticular con las manos enfatizamos y puntuamos lo que se está diciendo.
Manosear objetos o el propio cuerpo de forma compulsiva
Tocarse el pelo o la cara continuamente, ajustarse la ropa a cada instante, juguetear con el reloj o el anillo, aferrarse al bolígrafo como si fuese un salvavidas... Todos estos gestos transmiten la impresión de ansiedad, nerviosismo y falta de control. Por no hablar de que pueden resultar molestos para quien observa y despistan la atención del mensaje que se quiere transmitir.
Tener una postura demasiado encorvada o, por el contrario, demasiado estirada
Una postura encogida da la sensación de inseguridad, falta de autoestima o pesimismo.
Una espalda excesivamente erguida, suele asociarse a una persona arrogante.
Cambiar el peso de un pie a otro de forma rápida y constante mientras se está de pie
Se ve como una señal de nerviosismo y de falta de control, además, es un tic que molesta y desconcierta a partes iguales a quien lo presencia.
Un simple gesto como colocar los pies en un ángulo recto en lugar de en paralelo, suelen acabar con este vaivén.
Cruzar los brazos delante del pecho
Es una postura que se suele asociar con el rechazo, la resistencia o con una actitud defensiva. No es precisamente el mejor gesto si estamos delante de un cliente o de un entrevistador.
Mover la pierna o el pie de forma exagerada y constante
Se suele ver como un ademán de impaciencia o nerviosismo. Y, ojo con este tipo de movimientos, porque suelen ser contagiosos. Y nadie quiere que la persona con la que está hablando termine medio histérica... claro, que quizás sea un buen truco para desestabilizar al contrario.
Invadir el espacio personal de la otra persona sin que haya confianza
Aunque depende de la cultura, el entorno en el que nos movemos y la relación que nos une, es imprescindible respetar el espacio personal de nuestros interlocutores.
Si nos acercamos demasiado a alguien con quien no tenemos confianza, lo más seguro es que acabemos haciéndole sentir muy mal y se producirá el molesto efecto vals. Seguro que alguna vez has comenzado a hablar con alguien y, como se acercaba demasiado, te has echado hacia atrás; al sentirte más lejos, esa persona ha dado un paso al frente... y al final habéis ejecutado una especie de coreografía en la que uno avanza y otro retrocede, casi como un vals.
Y si nos separamos mucho al hablar con alguien con quien ya tenemos establecida una relación, puede considerarlo como un signo de desapego o de desprecio.
Dentro de esta invasión del espacio personal, quizás se podría incluir el gesto de tocar. Si tocamos mucho y de forma reiterada a una persona con la que no tenemos una relación que lo justifique, puede verlo como una agresión, como una intromisión en su intimidad. Y eso no suele generar una buena impresión.
Y es otro visaje que puede malinterpretarse, como el de humedecerse los labios constantemente.
Es importante respetar el espacio común |
Ocupar el espacio común con el propio cuerpo o con nuestros objetos personales
Es otra forma de invadir el espacio del otro, aunque sea ocupando una zona común, como una mesa o un sillón compartido.
Cuidado con este tipo de detalles, porque pone a la defensiva al otro de manera inmediata.
Espero que las dos partes de este post te hayan sido útiles para mantener una excelente imagen profesional.
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