miércoles, 15 de abril de 2015
Sorpréndeme y Te Escucho
Los que recibimos llamadas de telemarketing de forma constante (7x24, de hecho), acabamos creándonos una especie de caparazón que nos hace atenderlas de forma automática, sin prestar apenas atención. Porque es la forma más sencilla de no enfadarnos y de seguir siendo políticamente correctos, a pesar de las molestias y de la pérdida de tiempo de suponen.
Quién no ha recibido esas llamadas, justo en el momento más inoportuno, que comienzan con el típico: "le llamo de (supuestamente aquí va el nombre de la empresa desde la que llaman y que nunca se entiende), quería hablar con el encargado o con el gerente".
Yo ahí ya pongo el piloto automático, dejo de escuchar y lo único que sale de mi boca es un "no me interesa, pero gracias por su llamada". Porque es que realmente nunca me interesa lo que me ofrecen a través de estas llamadas.
Porque suelen ser más de lo mismo: inversiones en vaya usted a saber qué; tarjetas de crédito, que ni quiero ni necesito; operadoras telefónicas a las que no voy a contratar, porque ya me han hecho perder demasiado tiempo con supuestas ofertas súper-mega-marvelous; apuestas en loterías de todo pelaje; tóner para nuestras impresoras que no lo usan; alarmas de empresas de seguridad con las que hemos tenido algo más que diferencias; diseño de páginas web, cuando colaboramos con los mejores diseñadores freelance del mercado y un largo etecétera de productos y servicios que nunca jamás voy a comprar.
Estas empresas han conseguido quemarnos a los usuarios de tal forma, que obtienen un sólo resultado: que no se les escuche.
Da igual que nos prometan ofertas inigualables, condiciones excepcionales o servicios exclusivos... porque el mensaje no llega a calar en nosotros. Lo más probable es que, al colgar, si nos preguntan de qué empresa han llamado, no sepamos responder. Es que ni siquiera lo recordamos. Y si no nos acordamos ni del nombre, menos aún vamos a hacerlo con su mensaje.
Pero, ojo, hay ocasiones en las que todavía hay quien sorprende. Y cuando alguien me sorprende, escucho.
Y eso me ocurrió el otro día, que me dejaron asombrada.
Llamaron a mi móvil de empresa y cuándo respondí me dijeron que llamaban de una empresa. Como no entendí del todo el nombre, pero éste me resultó curioso, pedí a la persona llamaba que me lo repitiese. Y así lo hizo, completando la información explicándome que se trataba de un estudio de tatuaje.
¿Un estudio de tatoos? Eso sí era una novedad. Nunca me habían llamado de uno ni tampoco nadie me había comentado nada acerca de campañas de telemarketing de este sector.
Perpleja ya a esas alturas, le pregunté si llamaba para ofrecerme tatuajes... y efectivamente así era. He visto muchas campañas de marketing telefónico, pero de tattoos, reconozco que nunca. Lo más divertido de todo es que no soy precisamente fan de los tatuajes ni de los piercings; respeto profundamente a quiénes los llevan y a los tatuadores, que son verdaderos artistas, pero jamás me haría uno.
Pero aún así seguí prestándole atención y me contó que estaban haciendo una oferta a través de esa campaña, para las personas que se quisieran tatuar en ese estudio.
Cuando le dije respetuosamente que no, me preguntó si conocía a alguien que se pudiese beneficiar de la oferta y le dije que no, puesto que las personas que conozco y se tatúan tienen ya su estudio de referencia.
Esta persona, y por consiguiente su empresa, no consiguió clientes con su campaña, pero sí consiguió mi atención y que visitase su página web. Y, probablemente, si alguien me pregunta por un estudio de tatuaje, le invite a que visite su sitio y pregunte.
Eso sí, esta es una oferta limitada. Cuando haya muchos estudios de tatuajes empleando este mismo medio y esta misma técnica, también acabarán cansando a los usuarios, como las operadoras telefónicas o las empresas de seguridad... y conseguirán que tampoco les escuchemos.
De esta situación es fácil sacar conclusiones: debemos sorprender a nuestros clientes, tenemos que marcar la diferencia respecto de nuestros competidores. Si no, no nos escucharán. Y si nuestro mensaje no llega, nuestra empresa, nuestro trabajo, no tiene razón de ser.
Da lo mismo que sea con una campaña de telemarketing distinta, con un street marketing impactante o con una atención al cliente realmente excelente: sorprende... y te llevarás el gato al agua.
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