¿Quién sería para ti alguien que tiene una excelente imagen profesional? ¿Qué características tendría? ¿Qué persona sería un ejemplo perfecto?
Probablemente cada uno elegiríamos a un profesional diferente, pero lo que es seguro es que cualquiera de ellos tendría una serie de características comunes que los hacen excepcionales en el desarrollo de su trabajo.
Aunque no dudo que tú seas uno de ellos, no está de más saber cuáles son esas actitudes, habilidades y detalles que ayudan a proyectar una buena imagen profesional, para que las refuerces o las añadas a las tuyas.
Lo básico
Separa tu vida profesional de tu vida personal
No las mezcles a
ningún nivel. Es un cóctel que no funciona nunca y que redundará
siempre en perjuicio de tu imagen profesional.
Sé respetuoso
Con todo el mundo, tanto de palabra como de obra.
Esto no es aplicable únicamente a clientes o superiores, sino a todas las personas con las que tengas contacto, incluso los subalternos o el personal de servicio.
Este respeto se debe ampliar también a las normas de la propia empresa o de las de los clientes o proveedores, a las normativas y legislación aplicables en el territorio, a las de etiqueta empresarial, a las buenas maneras en general...
Sé positivo
Una actitud positiva es una forma de mostrar
profesionalidad. Y no estoy hablando de un falso optimismo, de tomarse
una confianza excesiva o de una alegría impostada (buenrollismo de
manual), sino de tener una actitud que inspire confianza y energía a los
demás.
Saber ser
Cumple lo que prometes
Si te comprometes a algo, hazlo sin excusas. Un profesional prefiere dar una negativa ante la petición de un cliente o un compañero si sabe que no va a ser capaz de cumplirla.
El hecho de cumplir siempre tus promesas, hará que tu marca personal o la imagen de tu negocio sea confiable.
No mientas
Mentir es una táctica muy utilizada entre profesionales y casi institucionalizada en algunas empresas.
Y es una política que siempre marca negativamente la reputación profesional en cuanto que la mentira se conoce, creándose una fama de falta de fiabilidad difícil de revertir.
Admite tus errores
Si te has equivocado, reconócelo, pide disculpas y busca una solución. A la hora de pedir disculpas, hazlo siempre en tu propio nombre, aunque el error haya sido cometido por otra persona. Al afectado le da igual quién se está pasando la patata caliente, lo que quiere es que alguien se haga cargo de lo que haya sucedido.
Y aprende de esos errores, porque te ayudará a ser un mejor profesional cuando hayas analizado lo sucedido y hayas averiguado cómo solucionarlo y evitarlo en el futuro.
Admite que no sabes algo
Si un cliente o un compañero te preguntan algo y desconoces la respuesta, admítelo, no hay nadie que conozca algo tan en profundidad como para tener alguna laguna. Nadie va a pensar que eres menos profesional por no saber algo, pero sí lo hará si te inventas la respuesta o la esquivas.
Eso sí, después de asumirlo, debes tomarte el trabajo de buscar la contestación o la solución correctas y comunicárselas al interesado.
Por supuesto, si la falta de conocimiento es habitual, sí que hay un problema serio, puesto que indica que la formación, la actitud o ambas cosas no son las adecuadas para el puesto que se está cubriendo; por lo que habrá que ponerle solución.
Saber estar
Presta atención
El hecho de escuchar a los demás, de prestar
atención tanto a lo que dice como a su lenguaje no verbal y sus
reacciones, es fundamental. La escucha deficiente (o inexistente)
demuestra poco respeto por la otra persona y falta de profesionalidad.
Quien no presta atención se pierde detalles fundamentales para realizar
bien su trabajo. ¿Cómo se va a ofrecer el producto o el servicio que el
cliente demanda si no le presta la atención debida? ¿Y cómo es posible
ejecutar un proyecto con éxito si no se ha escuchado al jefe mientras
estaba dando las directrices a seguir?
Respeta el tiempo de los demás
El hecho de no darle importancia al tiempo de tus clientes, tus empleados, tus jefes, tus compañeros o tus colaboradores, es una falta de respeto imperdonable. La mayoría de nosotros estamos muy ocupados, por lo que los ladrones de tiempo contribuyen a que el trabajo que debe hacer la otra persona se retrase, a que acabe quitando tiempo de su vida personal o a aburrirle soberanamente sin necesidad.
Por eso un profesional debe evitar a toda costa las entrevistas personales y las reuniones innecesarias, las llamadas telefónicas eternas o que se pueden solucionar con un correo electrónico o un WhatsApp, los e-mails larguísimos, etc.
También es conveniente eludir las visitas imprevistas a clientes y compañeros, porque pueden ser del todo inoportunas.
Y acepta las críticas... y los elogios
Las críticas, para aprender, tanto si son fundadas como si no lo son. Y los elogios, porque aunque parezca lo contrario, aceptarlos con naturalidad es más un gesto de humildad que de soberbia. Por no hablar de que si no aceptas ese halago por tu trabajo, puede que quien te lo brinde acabe por pensar que realmente no lo mereces.
Sé puntual
Es importante ser puntual siempre. Aunque puntual no implica llegar con mucha antelación a las citas, porque puede convertirse en algo sumamente incómodo para la persona a la que visitamos. Puede que haya previsto utilizar esos 10 o 15 minutos previos para hacer una llamada, escribir un e-mail, hacer una visita rápida a un compañero, o simplemente para pasar al baño para refrescarse o para tomar un café.
Contesta a las comunicaciones de otros
Responde a los correos
electrónicos que te hayan enviado, y hazlo con brevedad. Se considera
que se deben contestar en 24 horas como plazo máximo, aunque dependerá
de la urgencia y del asunto a tratar.
Esto también es aplicable a los mensajes instantáneos, aunque en este caso te recomiendo que los respondas antes.
Y,
por supuesto, responde también a las llamadas, sobre todo de tus
clientes. Personalmente, hago una excepción con las llamadas comerciales
que catalogo como spam, puesto que las considero ladrones de tiempo... y
de la peor categoría.
Evita los cotilleos
La información es poder, y siempre
defenderé que cuanto más sepas sobre todo y sobre todos, será mejor para
ti. Te hará ver todo con más perspectiva, podrás entender mejor lo que
ocurre en tu negocio, te ayudará a tomar mejores decisiones... Pero una
cosa es tener información y otra muy distinta es participar en los
cotilleos, o peor todavía, alimentarlos.
Las personas que difunden
cotilleos y rumores parecen muy populares entre los demás, pero lo
cierto es que son vistas como poco confiables y peligrosas en cierta
medida, de modo que no consiguen establecer relaciones profesionales
sólidas y duraderas.
Tu actitud ante el trabajo
Responde adecuadamente ante la presión
Reaccionar ante la
presión, por muy grande que sea, y que el desempeño de la actividad
no se vea afectado, es un signo de profesionalidad. Así que es importante trabajar esta capacidad cada día.
Sé organizado
La profesionalidad también se demuestra con la capacidad de organización, tanto de los procesos como del espacio de trabajo.
Cumple con tus obligaciones
El hecho de cumplir con todas las
obligaciones que implica la actividad profesional o empresarial, es un
signo de profesionalidad.
Presentar y pagar impuestos, cumplir con
la normativa laboral y de Seguridad Social, entregar facturas, respetar
la RGPD, contar con los permisos y licencias... todo ello es incómodo,
ya lo sé, pero es lo que hacen los profesionales y empresarios
responsables.
Sé diligente
No sólo es importante ser diligente a la hora de conseguir resultados, también debe demostrarse con la actitud y con el lenguaje, tanto verbal como no verbal.
La persona que tengas delante debe tener la sensación de que tú y todos en tu negocio cumplís plazos, hacéis las cosas con energía y con profesionalidad.
Derrocha proactividad
El hecho de buscar soluciones en lugar de problemas o de asumir los retos como oportunidades en lugar de como aprietos es una muestra inequívoca de profesionalidad.
Un profesional mostrará iniciativa y buscará ir siempre un poco más allá.
Cuestión de imagen
Cuida tu imagen personal
La imagen es, nos guste o no, fundamental en nuestra actividad profesional, puesto que es lo primero que ven las personas con las que vamos a interactuar en nuestro trabajo.
Respeta el código de vestuario de tu empresa y/o el que es habitual para el sector en el que trabajas.
Y cuida también tu lenguaje corporal
El hecho de caminar o sentarse derecho, influye en la manera en la que nos ven los demás. Pero, cuidado, tan malo es caminar encorvado como hacerlo de forma altiva o desafiante. Lo ideal, tomar una postura que transmita seguridad.
Mira siempre a los ojos a tu interlocutor.
Evita cruzar los brazos cuando estés hablando con otra persona, puesto que lo percibirá como una actitud negativa ante él o ante lo que dice.
También conviene evitar entrar en el espacio personal de los demás, puesto que crea mucha incomodidad en el otro.
Y sonríe, sonríe con frecuencia, pero siempre en el momento adecuado.
¿Te reconoces en estas características? Seguro que sí.
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La primera vez que apareció el post Cómo Proyectar una Buena Imagen Profesional fue en el blog de Todos Somos Clientes.
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