El ritmo al que vivimos muchos de nosotros nos exige hacer mucho y en poco tiempo, de tal forma que el multitasking se ha convertido casi en una función vital, casi más importante que respirar. Y eso nos ha ido robando poco a poco la capacidad de concentrarnos en una sola tarea, que es la única forma de hacerla bien... por si había alguna duda al respecto.
Para mejorar (o recuperar, según el caso) nuestra capacidad de concentración, a continuación te daré algunos trucos. En esta primera parte te hablaré de la importancia de la actitud, la organización, de evitar las distracciones y de la necesidad de desconectar. En la segunda pasaré a contarte cómo practicar esa concentración de forma sencilla.
Pues vamos a concentrarnos...
Por el principio
El mejor truco para aumentar tu capacidad de concentración es disfrutar de lo que haces. Párate a pensar en cómo eres capaz de centrarte en una tarea que te apasiona, da igual de la actividad que sea, pero siempre que te guste mucho: pintar, escribir, cocinar, pescar, jugar a un videojuego, hacer bricolaje, nadar, conducir... Cuando haces algo con lo que disfrutas pones toda tu atención al servicio de esa tarea, fluyes con ella. Pues la idea es que todo lo que hagas te guste en la misma medida.
Como eso puede llegar a ser complicado, sobre todo cuando se trata de labores muy prosaicas, el secreto para que disfrutes con ellas es verlas no como un fin, sino como un medio. Un paso más que te lleva a la meta que quieras alcanzar. Te pongo un ejemplo: imagina que tienes que preparar la contabilidad del trimestre, porque llega el momento de pasar por caja con Hacienda. Evidentemente es algo que la mayoría no pondríamos en el ranking de las actividades que nos hacen más felices. Pero... ¿y si en vez de verlo como un hecho aislado, lo ves como parte de algo más grande? Quizás puedas considerarlo como una pieza más del puzle que te acerca al éxito en tu negocio. O un paso más para cobrar tu sueldo a fin de mes, con el que estás ahorrando como una hormiguita para hacerte ese maravilloso viaje que llevas planificando años. O, incluso, una tarea con la que mejorar tu paciencia o tu rapidez de cálculo. Esa meta sólo la puedes marcar tú.
Analiza cuál es tu capacidad y modo de concentrarte. De esa forma sabrás cuánto tiempo eres capaz de prestar total atención a una actividad, qué estimulos te hacen perder la concentración y cuáles te ayudan a enfocarte, etc.
Organización
Visualiza detalladamente la tarea que tienes por delante, así preparas al cerebro para ello y te será más fácil concentrarte y lograrás ser más eficiente. Así antes de que te pongas a ello físicamente, tu mente ya habrá comenzado a trabajar.
Define y jerarquiza las tareas de forma implacable. El tener claro qué debes hacer, cuándo debes finalizarlas y cuáles son o no urgentes e importantes, te facilitarán el desarrollo de las mismas.
Planifica tu día. Hazlo al final de la jornada anterior y revísalo por la mañana, por si hubiesen surgido imprevistos o cambios de última hora.
Ten la zona de trabajo ordenada y limpia. Parece una tontería, pero el orden ayuda a enfocarse en la tarea que se va a realizar, ya que se eliminan muchas de las distracciones que se agazapan en una mesa desorganizada: papeles que habíamos perdido y que vemos asomar por una esquina, el envoltorio de una chocolatina que nos hace recordar que de vuelta a casa tenemos que comprar la merienda de los niños... Ese tipo de cosas que nos hace engancharnos a otros pensamientos que nada tienen que ver con el trabajo que vamos a hacer.
Prepara de antemano la documentación y herramientas que vayas a necesitar para el trabajo que vas a acometer a continuación. Al no tener que dejar la tarea para buscarlos, será más difícil que te despistes... o que te despisten.
Ten a mano una libreta y un bolígrafo para poder tomar notas acerca del trabajo que estás haciendo. Escribir a mano las dudas, reflexiones o ideas nos ayuda a centrarnos más en la actividad.
Elimina distracciones
Reclama tu espacio en los momentos en los que necesites concentración. Enciérrate en el despacho, informa a los demás de que necesitas un tiempo sin distracciones... Y respeta los momentos de los demás, por supuesto.
Si te es posible, silencia el teléfono o pide que no te pasen llamadas cuando vayas a necesitar enfocarte en una actividad. No hay algo tan irritante como la típica llamada inoportuna que nos saca de un estado de concentración profunda, porque luego es casi imposible volver a él. Salvo que debas estar disponible de forma constante por tu trabajo, el resto de la humanidad podrá prescindir de ti durante un par de horas. Luego sólo tendrás que devolver las llamadas perdidas y listo.
Desactiva las notificaciones de las redes sociales, así no tendrás la tentación de echarles un vistazo cada vez que tienes nuevas publicaciones y mensajes.
Cierra las aplicaciones que no vayas a necesitar para realizar el trabajo, porque ocuparán espacio en tu campo visual y pueden despistarte.
No consultes constantemente el correo electrónico, porque dispersarás tu atención en mil asuntos que no son el que debes atender en ese momento. Haz distintas paradas al cabo de la jornada para consultar el correo y responder a los mensajes, eligiendo para ello los momentos en los que estés más tranquilo.
Desconecta
La concentración intensa no se puede mantener durante períodos largos de tiempo, por lo que debes planificarte para hacer descansos. Una forma de obligarte a respetar esas paradas es ponerte una alarma que suene cada cierto tiempo. Ese tiempo dependerá de lo exigente que sea la tarea y del tiempo que eres capaz tú de mantenerte enfocado.
Para ayudarte a desconectar cada cierto tiempo, un truco interesante es fijar objetivos inmediatos. Es decir, si tienes que escribir un informe, ponte pequeñas metas y utilízalas como señalizadores de los momentos en que debes hacer un break.
A la hora de hacer los descansos, te recomiendo que te levantes de tu puesto de trabajo y hagas algunos estiramientos. También puedes parpadear unas cuantas veces o cerrar los ojos, para descansar la vista. Aprovecha para ir al baño, para beber agua, tomarte un café o charlar un rato con algún compañero. Considera cada descanso una pequeña recompensa, así que haz algo que te guste. Si no puedes levantarte de tu sitio, al menos cambia de actividad.
Si estás concentrado, pero tu cuerpo te está pasando factura, puedes lavarte la cara y las muñecas con agua fría, tomarte un café o un té, beber un vaso de agua, masticar un chicle de menta, ponerte un ventilador que te refresque o cualquier otra cosa que te estimule físicamente.
Y hasta aquí llega la primera parte de este post. No te puedes perder la segunda, en la que te contaré todo lo relativo a la práctica para mejorar tu capacidad de concentración.
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La primera vez que apareció este post fue en el blog de Todos Somos Clientes
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