miércoles, 24 de junio de 2020

¿Eres un Consumidor Inteligente?

¿Eres un consumidor inteligente? Y no me refiero a comprar de forma sostenible y responsable, que también, sino a ir más allá todavía. Se trata de consumir de forma consciente, con una actitud analítica y crítica, con responsabilidad hacia nosotros mismos, hacia los demás y hacia el planeta. ¿Difícil? Puede parecerlo, aunque es una manera de consumir que se aprende... y que libera.


En este post quiero darte algunas ideas para que cada vez consumas de manera más inteligente.


¿Eres un consumidor inteligente?


Autoconocimiento


Aprende a diferenciar lo que es una necesidad y lo que es un deseo, porque es el primer paso para consumir de manera inteligente. Es importante no confundirlos. Eso no significa que no puedas adquirir algo que deseas, pero que no es necesario, siempre y cuando hayas identificado tu motivación, que no lo hagas por impulso y que te lo puedas permitir.


Aprende también a gestionar tus finanzas personales de manera inteligente. Esto implica que debes educarte financieramente para luego poder manejar tu dinero de forma adecuada. Esto no es algo que nos guste demasiado a los consumidores, porque lo vemos como algo ajeno a nuestra economía, aunque es todo un error. No hace falta ser millonario para controlar tus finanzas, cualquiera necesitamos hacerlo.


Presupuesto mensual


Conoce tus derechos


Es muy importante que conozcas tus derechos básicos como consumidor, y también tus obligaciones. Si los desconoces no podrás comprar de forma inteligente y te encontrarás con muchos problemas derivados de ese desconocimiento.


Evita los impulsos


Procura evitar las compras por impulso. Date un tiempo antes de poner la tarjeta de crédito a funcionar, sobre todo cuando se trata artículos con un precio elevado. Haz un pacto contigo y deja pasar uno o dos días desde que has pensado en comprar hasta que finalmente lo hagas. Ese par de días te dará margen para analizar con la cabeza fría si realmente debes finalizar tu compra o debes olvidarlo. Verás qué fácil es después eliminar varios artículos de tu cesta de la compra que realmente no necesitabas.


Mujer pagando una compra con el smartphone


Actitud crítica


Sé crítico con la publicidad, siempre. Evidentemente el fabricante o el distribuidor quiere vender. Para eso vestirá su artículo o su servicio con sus mejores galas para seducirte. Eres tú quien debe analizar si lo que te prometen es cierto o no lo es. Y si es demasiado bueno para ser cierto, probablemente no lo sea. Cuanto más agresiva y potente sea la campaña publicitaria, probablemente menor sea la calidad del producto.


No caigas en la trampa de las marcas para que compres porque es una oferta limitada, porque lo más probable es que esa sensación de que si no compras te quedarás sin algo sumamente importante para ti te lleve a adquirir algo que no te conviene, pero a la marca o al comercial sí.


No permitas que te manipulen con técnicas de venta. Hay algunas que son difíciles de desactivar porque son muy sutiles, pero otras son tan antiguas que todos deberíamos conocerlas ya... y no hacerles ni caso. Te pongo algunos ejemplos. Hacerte preguntas inocentes que requieren un sí como respuesta, hasta que te hacen decir sí a la última cuestión que te lleva a aceptar la venta casi por inercia al responder sí también. Colocar los productos que quieren que te lleves de la tienda a la altura de tu vista y de tus manos, dejando relegados a las zonas más inaccesibles a los artículos que a ti te interesa comprar. Ya sabes, la misma canción de siempre.


No consientas que te creen necesidades de compra inexistentes. Para conseguirlo tendrás que seguir el primer consejo: distinguir lo que es una necesidad y lo que es un deseo.


Analiza siempre los productos y los servicios que te ofrecen, porque no siempre lo que te prometen es lo que realmente cumplen.


Recuerda siempre lo que te cuesta ganar el dinero antes de gastarlo, es la mejor manera de poner las compras en perspectiva. Si tienes dudas acerca de si merece la pena hacer una compra, valórala en el tiempo de trabajo que te costará.


La trampa del precio


No te guíes únicamente por el precio, porque un producto muy económico, pero de mala calidad, te acabará saliendo muy caro. Si se estropea rápidamente, si no te sirve para la función que supuestamente está diseñado, si debes reponerlo enseguida o si te ocasiona un perjuicio más o menos grave habrás perdido el dinero que has pagado por él y tendrás que volver a comprar uno nuevo. Y si sufres un percance derivado del uso de un producto inseguro, también tendrán un coste, económico o en tu propia seguridad o la de tu hogar. Procura siempre buscar una buena relación de calidad-precio.


No te dejes llevar por ofertas, chollos y rebajas. Analiza si realmente necesitas el artículo que te ofrecen, si el precio es realmente tan interesante, si no habrá otros costes añadidos que incrementarán el precio final y si la calidad (y la seguridad) también está rebajada.


Escaparate con ofertas


Y ten en cuenta una máxima: "si el producto tiene un precio escandalosamente bajo, hay gato encerrado". Puede tratarse de una falsificación, de un producto robado, de una estafa... Esto no es aplicable para liquidaciones o ventas especiales de establecimientos reconocidos y fiables.


Compara, pero con criterio


Las plataformas de ofertas y cupones pueden no ser tan interesantes como parecen. En muchos casos el precio es muy interesante, pero el servicio o el producto que se ofrece no es igual que el que te darían en el establecimiento sin el cupón. Te pongo como ejemplo una limpieza facial en un centro de estética sin o con cupón. Imagina que en el centro, sin cupón, el servicio de higiene facial tiene una duración de 90 minutos e incluye exfoliación, tratamiento con ácidos, extracción, masaje con cóctel de vitaminas, mascarilla personalizada, crema hidratante y protección solar y cuesta 75 euros. Y con cupón tiene una duración de 30 minutos con exfoliación, extracción, hidratante y protección solar y con un precio de 35 euros. En este caso deberías valorar si la rebaja de precio y/o de servicio te compensa.


Hombre en el mercado comparando 2 manzanas verdes


Compara precios antes de comprar, pero de forma inteligente. Eso significa que deberías hacer un seguimiento del artículo en diferentes establecimientos físicos u on-line antes de finalizar la compra. Y hacerlo con tiempo. Me explico. Si se acerca el período de rebajas o de alguna venta especial, comprueba que no se ha inflado previamente el precio, para que al final acabes pagando lo mismo que costaba en condiciones normales.


Y hablando de comparar, mucho ojo con los comparadores, porque no todos te serán de verdadera ayuda. Algunos no ofrecen toda la información que necesitas o está sesgada. Recurre siempre a comparadores de confianza.


Consulta opiniones de otros compradores


Consulta opiniones de otros usuarios. Y hazlo de manera minuciosa. Piensa que hay marcas que pagan por reseñas positivas y por neutralizar las negativas, por hablar de algunas prácticas dudosas. No leas únicamente las primeras opiniones, investiga también otras más antiguas. También es importante que te fijes en el número de opiniones a la hora de valorar si el producto o el servicio te convienen. No es lo mismo tener 4,5 estrellas de 5 que proceden de 10 comentarios, que tener 4 de 250.000 valoraciones. Te comento una experiencia personal con una farmacia on-line. Vi que tenía una buena valoración con muchas aportaciones de usuarios, pero que en los comentarios había un rango de tiempo en el que eran muy malas. Hablaban de retrasos en las entregas, de problemas con la atención al cliente y de un mal servicio. Analizándolo, me di cuenta que fue en los primeros días del estado de alarma, cuando todos estábamos muy perdidos y todavía no nos habíamos adaptado a la situación, ni los proveedores ni los clientes. Y tanto antes como después de ese momento puntual, las críticas eran excelentes. Así que me decidí a hacer el pedido y efectivamente acerté con el diagnóstico: el servicio fue rápido y excelente.


Sostenibilidad y responsabilidad


Plantéate cuál es el origen de lo que consumes y actúa en consecuencia. Los productos de proximidad son más sostenibles, además de beneficiar a los productores y distribuidores que están más cerca de ti, lo que apoyará a tu comunidad. Por otra parte, es una forma de comprar más sostenible, puesto que se evitarán desplazamiento. Y también serán productos probablemente más económicos, al eliminarse intermediarios del proceso.


Hombre con bolsas de la compra caminando por un centro comercial


Apuesta por el pequeño comercio. Eso no quieres decir que no tengas que comprar en grandes superficies, pero sí que determinados productos los compres en tiendas de barrio y mercados. Si no lo haces te estás perdiendo género de calidad y a precios muy atractivos. Pescaderías, carnicerías, panaderías, fruterías, pequeñas tiendas de productos a granel, herbolarios... Te ofrecerán calidad, precio y asesoramiento profesional. En lo que no pueden competir con los grandes establecimientos es en precio con productos de primera necesidad (leche, aceite, harina, azúcar, sal...) con los pequeños, puesto que compran en enormes cantidades a los fabricantes y productores y pueden ofrecer precios muy bajos. De hecho, si te fijas, esos artículos están al final de las tiendas, para que tengas que pasar por el resto de departamentos y así piques antes de llegar a lo que realmente buscas. Por ello sí que te convendrá comprarles ese tipo de productos, puesto que te saldrán más baratos.


Algunos consejos más...


Ve a comprar siempre con una lista en la mano. Es la mejor manera de evitar tentaciones y de que no te olvides de lo que realmente te hace falta.


Si puedes, no vayas a comprar con prisas o cuando haya mucho público en los establecimientos, porque es más fácil que te dejes llevar y consumas más de lo que deseas.


Evita ir a comprar alimentación con hambre, porque comprarás artículos de capricho antes que lo necesario. Y esos caprichos funcionan en contra de tu salud... y de tu bolsillo.


Carros de la compra


Si te es posible, no vayas a comprar cuando estés estresado o triste, porque casi seguro que adquirirás más por impulso que por necesidad. Y te gastarás más de la cuenta.


Lee las etiquetas para cerciorarte de que realmente vas a adquirir lo que deseas y no lo que te quieren vender.


Comprueba los precios de los artículos antes de llevarlos a la caja o de ponerlos dentro del carro de la compra. Fíjate en el precio por unidad o por capacidad, porque te puedes llevar muchas sorpresas. Hay veces que un formato familiar es más caro que uno normal, aunque de forma inconsciente pensemos que será más económico. Incluso hay packs con dos o tres unidades que pueden parecer más baratos, pero que cuestan más si los adquieres por unidad. También conviene pesar las frutas y verduras envasadas, porque no siempre las bolsas que dicen contener 1 kg. tienen 1.000 gr.


Revisa los tickets de compra cuidadosamente. No siempre se aplican los descuentos o al introducir los precios en el almacén se cometen errores y el precio puede ser desorbitado.


También es conveniente revisar las vueltas cuando te las entreguen en la caja.


Estos consejos te ayudarán a consumir mejor, no más.




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La primera vez que apareció el post ¿Eres un Consumidor Inteligente? fue en el blog de Todos Somos Clientes


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