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miércoles, 13 de enero de 2016

Algo Más que Calidad-Precio


Lo barato sale caro. Es una frase que parece no encajar bien con la pujante cultura del low cost


Y es que si antes era (casi) de buen gusto eso de alardear de lo caro que habíamos pagado algo, ahora es justo lo contrario y lo más es vanagloriarse de lo barato-barato que hemos sido capaces de comprar cualquier cosa, desde un coche a un kilo de manzanas. Y ni lo uno ni lo otro.


Dejando aparte a las personas que por necesidad tienen que comprar lo más barato posible, el lowcostismo imperante puede llegar a ser un esnobismo.


Volviendo a la frase de que lo barato sale caro, es difícil desligarla de la premisa en la que se basa: la relación calidad-precio.


Algo más que calidad-precio


Pero para que lo económico no salga caro de verdad, es importante tener en cuenta otras variables:


Necesidad-precio


Es importante valorar las necesidades que cubre ese producto o ese servicio. Y no hablo sólo de las exigencias más básicas, sino de cualquiera que consideremos importante. Si cubre mis necesidades, aunque puedan parecer banales para otras personas, el precio que pague es justo. Siempre que pueda pagarlo, claro. 


Imagina las necesidades de un aficionado a tunear coches, puede que no sean las tuyas y que consideres un dispendio gastarte miles de euros en ponerle alerones y extras a un vehículo. Pero para ese amante del tuning, esos alerones y esos extras son una necesidad que cubre a ese precio.


Conveniencia-precio 
 

Calculando la conveniencia-precioOtro de los puntos a tener en cuenta es la urgencia con la que necesitas ese producto o ese servicio. 


Te pongo un ejemplo: comienza a llover a cántaros, no llevas paraguas y tienes que hacer varias gestiones inevitables en la calle. Probablemente te veas en la necesidad de entrar en un bazar oriental a comprar uno, aunque sabes perfectamente que no vale lo que cuesta y que te va a durar, con suerte, unos pocos usos. 


Está claro que por unos pocos euros más podrías comprar un paraguas resistente en una tienda especializada, que te durará mucho tiempo. Pero ese paraguas endeble, te ha sacado de un apuro, por lo que no deberías considerarlo caro.


Duración-precio


La duración de un producto también es importante a la hora de apreciar si ese precio nos interesa. 


Si compras un jersey en una tienda low cost (ponle el nombre que quieras) y a los dos lavados está deformado y lleno de pelotillas, realmente te ha salido muy caro. Si lo compras en una tienda por un precio razonable y te va a durar varias temporadas, haz la sencilla cuenta de dividir el número de temporadas por el precio que has pagado. Quizás te des cuenta de que ese jersey no low cost te ha salido más barato que si hubieses elegido la primera opción. 


Personalmente, tengo zapatos de piel, confeccionados en España, que adquirí en su momento por 70 € y que tengo desde hace más de una década. Si divido 70 entre 10, los zapatos me han salido por 7 € anuales. Creo que es una opción bastante rentable. Eso sí, para eso hay que buscar establecimientos de confianza, en los que la calidad no es una opción, sino una obligación. 


Gastos añadidos-precio


¿Ahorrar o no ahorrar?
¿Ahorrar o no ahorrar?
Si el producto que se compra lleva implícitos una serie de gastos extras, puede llegar a salirnos muy muy caro. Por ejemplo, algunos billetes de avión low cost, no llevan incluidas las tasas aeroportuarias y otros gastos. De esa forma, cuando sumamos cuánto nos ha costado el billete y los extras, nos podemos llevar la sorpresa de que hemos acabado pagando más que por un billete normal.


Garantías-precio


También es necesario valorar las garantías que nos ofrecen sobre el producto o el servicio. Esto es más importante cuanto mayor es el desembolso. Sobre todo debemos fijarnos si las garantías nos van a cubrir una parte razonable de la vida útil del artículo.


Responsabilidad-precio 


Y otro elemento que puede hacer que algo barato salga caro: la responsabilidad en la compra. 


Adquirir productos de los que se tiene la sospecha de que son robados o falsificados, comprar artículos de los que tenemos la certeza que proceden de la explotación de niños y adultos... eso puede no salirte caro a ti, pero sí a la sociedad.


Ojo, esto no significa que pagar un precio elevado nos garantice calidad y satisfacción. Hay muchos desaprensivos que inflan los precios de artículos y servicios que son realmente deficientes. Para luchar contra eso sólo hay una vacuna, el sentido común combinado con la información. Y un antibiótico, las reclamaciones.




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La primera vez que apareció este artículo fue en el blog de Todos Somos Clientes.


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